Connie Zboral, 22 años con Kloeckner

Todas las mañanas Connie Zboral se levanta unas horas antes de empezar a trabajar. Se prepara un café y completa uno o dos sudokus para despertar su cerebro.

"No me gusta aburrirme", dice. Así que no es de extrañar que elija los rompecabezas más difíciles a primera hora de la mañana, que terminara de leer 82 libros el año pasado y que haya desempeñado funciones muy diversas a lo largo de su carrera.

Sobre el cargo actual de Connie

Desde personal de control de autopistas a trabajar en guarderías y RRHH, hasta su puesto actual como analista de soporte de aplicaciones en Kloeckner Metals Austin, Connie es una activa buscadora de conocimientos a la que le encanta resolver problemas.

Tras 6 años en su puesto actual, Connie sigue aprendiendo cada día. Resuelve problemas relacionados con la tecnología en todas las sucursales de Kloeckner.

Algunos de los proyectos en los que ha trabajado son el proyecto de creación automática de pedidos, que crea automáticamente pedidos y pvs para pedidos digitales, y la actualización de formularios utilizados por el Departamento de Crédito. No hay nada aburrido en ello. Lo que más le gusta es formar a los usuarios para que utilicen correctamente las aplicaciones y colaborar directamente con los desarrolladores cuando hay que corregir un error.

Quien no arriesga, no gana

Cuando vio por primera vez la vacante de Analista de Soporte de Aplicaciones, Connie se entusiasmó, pero pensó: "Esto es una broma. Nunca voy a conseguir este trabajo. No cumplo ninguno de los requisitos: cero experiencia técnica, cero experiencia en programación". Pero se presentó.

Durante su primera entrevista, expresó al supervisor su preocupación por no tener la formación técnica necesaria para el puesto. La respuesta fue alentadora. Se dieron cuenta de que, sobre todo, tenía ganas de aprender.

En ese momento, Connie llevaba ya 15 años en Kloeckner Metals. El tiempo suficiente para saber que los informes de pruebas y los documentos de control de calidad se introducían manualmente, a veces por ella misma. Conocía todos los formularios y procesos con los que trabajaría el analista de soporte de aplicaciones. Así que, en lugar de centrarse en las habilidades técnicas que Connie tendría que desarrollar, el equipo de contratación aprovechó su experiencia y le dio el puesto.

Volver al principio

La cultura de apoyo de Kloeckner recompensa a los empleados que desean crecer. Al recordar sus 22 años en la organización, Connie se da cuenta de lo importante que ha sido esta voluntad constante de satisfacer las necesidades de los empleados, incluso desde el principio.

En el verano de 1999, Connie tenía tres hijos pequeños y trabajaba a tiempo completo en una universidad local. Todos sus hijos asistían a programas de verano a bastante distancia de su casa y de su trabajo. La agenda era demasiado apretada. ¿Cómo iba a manejarlo todo?

Decidió arriesgarse y hacer una entrevista para un puesto administrativo vacante en Kloeckner Metals. Connie explicó su situación al supervisor. No hubo ningún problema. La acomodaron permitiéndole hacer pausas más cortas durante el día y salir temprano cuando lo necesitara. Estaba asombrada y agradecida, y pensaba: "¿Cuántos trabajos harían eso?".

Tiempo de calidad en familia

La compasión y flexibilidad inmediatas de Kloeckner resultaron esenciales, ya que sin ellas no habría podido seguir el ritmo. Pero el impacto positivo se extiende más allá del lugar de trabajo, a las relaciones personales que Connie ha podido establecer con su familia.

Connie es una inmigrante alemana que sólo tenía 10 años cuando llegó a EE.UU. Su familia inmediata era lejana y se vio obligada a abandonar su lengua materna tras el traslado. Esto arroja luz sobre su capacidad para vivir experiencias nuevas y desafiantes. También influye en sus decisiones y prioridades como madre.

Construir relaciones estrechas con sus tres hijos y pasar tiempo de calidad con sus nietos es uno de los regalos más sagrados en la vida de Connie.

Sus tres hijos ya son mayores y cada uno de ellos muestra el espíritu de su madre por un trabajo divertido e interesante. La mayor es radióloga y el pequeño es contable. Cuando llegó Covid-19, su hijo mediano, que aspiraba a ser chef, se dedicó a modificar juegos y a forjarse una nueva profesión, todo ello animado por su cariñosa madre.

Cuando Connie no está en el trabajo o pasando tiempo con su familia, puede estar en su jardín cuidando sus tomateras, haciendo voluntariado o con su club de lectura, que se reúne desde hace 20 años. Desde ese café mañanero hasta el final del día, nunca hay un momento aburrido.

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