Jubilado con Kloeckner: John Hall

Debajo de un alce, unos cuantos ciervos y otros trofeos de caza, John Hall terminó su carrera con Kloeckner en una oficina a sólo 300 pies de donde empezó 52 años antes. En 1965, John acababa de graduarse en una escuela de negocios local cuando empezó a trabajar como empleado de servicio para Edgcomb Steel of New England en Nashua, New Hampshire. Sus responsabilidades incluían la entrega del correo, la distribución de documentos y el mantenimiento de las existencias de papel. Después de otros trabajos en gestión de inventarios, consiguió dar el salto a ventas.

"Por aquel entonces, tenías que esperar tu oportunidad para entrar en ventas, y casi tenías que formar parte de la camarilla para entrar en el departamento de ventas", dice John. "Debí de jugar bien mis cartas".

En 1976, fue nombrado director de productos laminados planos de carbono. Como parte de una reestructuración corporativa, pasó a formar parte de la plantilla de la empresa. Aun así, siguió trabajando en la misma oficina de Nashua, a sólo 10 minutos en coche de su casa en un buen día. Esta comodidad era una de las ventajas de trabajar en la misma empresa durante tanto tiempo, pero había mucho más.

"Me encantaban los productos con los que trabajaba y me gustaba la gente con la que trabajaba", dice John. "Tuve varios directores generales diferentes a lo largo de esos años, a todos los cuales respeto. Creo que esa era la mitad de la batalla, trabajar con la gente. Puedes decir que trabajar para ellos o depender de ellos, pero la mejor gente es la gente con la que trabajas".

John aprendió mucho a lo largo de los años, lo que cree que contribuyó en gran medida a su éxito. A través de la empresa, pudo hacer varios cursos de ampliación. Entre ellos, el curso Dale Carnegie, un curso en la Karrass School of Negotiating e incluso un curso de metalurgia. En la industria metalúrgica es muy importante adquirir conocimientos no sólo sobre ventas y negocios, sino también sobre el proceso de fabricación del acero. Hace unas semanas, John estaba en una reunión con algunos de sus amigos de la antigua Bethlehem Steel. Uno de sus amigos, un experto metalúrgico, le hizo un cumplido que le hizo llorar.

"Me dice: 'John, deberías haber sido metalúrgico. A tu nivel, sabes cómo funcionan los productos mejor que los chicos que salen hoy de la universidad. Entienden de números atómicos y cosas así, pero no conocen el proceso de fabricación del acero como tú'", recuerda John.

John cree que entablar verdaderas amistades es muy importante en los negocios. Los amigos son las personas que te ayudarán a la hora de la verdad, mientras que otros simplemente se irán. La filosofía de John es que se consigue mucho más con azúcar que con vinagre. Cree que si recuerdas estas cosas, eres respetuoso con los que te rodean y te esfuerzas al máximo, tendrás éxito en la vida.

"Puedes estar dando todo el tiempo, y no puedes estar recibiendo todo el tiempo", dice John. "Hay que saber cuándo dar y cuándo tomar".

John también dice que no hay que tener miedo de pedir ayuda o plantear los problemas. La mayoría de la gente se queja entre bastidores, pero nunca llama la atención de la dirección sobre los problemas. John cree que es importante airear estas preocupaciones, asegurándose de hacerlo de una manera que resulte útil.

"Dices: 'Tengo una situación y me gustaría saber si puedes ayudarme'. Luego presentas los hechos, las cifras y todo lo demás. Muchas veces así se rompe el hielo y se puede avanzar", dice John.

Ahora que John está jubilado, planea pasar más tiempo con su esposa Maureen, que lleva 50 años con él. En su tiempo libre, cazará y pescará, y ayudará a su hijo en su negocio. Como amante de las actividades al aire libre, John tiene algunos de sus trofeos expuestos en la oficina. Se acuerda de cuando a veces salía a cazar y pescar con los clientes y otras personas de la oficina.

"Eso se convierte en buenas relaciones", dice John. "Aunque hay que dejar que el cliente pesque".